Lugar creado y lugar creador
Por Jorge Glusberg
Fragmento extraído de «El arte de la instalación»
Museo Nacional de Bellas Artes, 28 de junio al 31 de julio de 1994
VII
Antiguas tradiciones religiosas y filosóficas se amalgaman en la obra de Nora Correas (n.1942), que la artista ha diseñado como un homenaje a la sabiduría. Un camino desértico, espinoso –símbolo del peligro y la soledad, las adversidades y los desafíos-, lleva a un habitáculo elemental de barro; en su interior, como en el de un santuario laico, se guarda la manzana mordida del Paraíso, rodeada por los nombres de algunas mujeres y hombres que alcanzaron precisamente la sabiduría, después de sufrir y vencer los riesgos y las penas de aquel sendero.
El barro y el fruto vedado son una alegoría del drama ocurrido en el Jardín del Edén, que narra Moisés al comienzo del Antiguo Testamento (Génesis, I y II), cuando Adán y Eva comen del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, prohibido por Yahvéh, y son expulsados del Paraíso, condenados a la pérdida de la inmortalidad. Pero no les es quitada la sapiencia, que los estoicos identificaron con la virtud, la serenidad y la aceptación de los rigores del destino, tomando a la sabiduría individual como un fragmento de la sabiduría cósmica.